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18 Mar
UN QUINTERO ME ESNSEÑÓ A COCINAR

Según el diccionario de la lengua española, la palabra Quintero es: Mozo o criado de labranza que ara y cultiva la tierra. 

Comienzo con esta definición porque la mía tiene algunas diferencias. Para mi Quintero es un Habano. Y mucho más. El Habano. Sí, entiendo y comparto todo lo que están pensando los eruditos en el tema. 

Para mí es un amigo, un compañero de emociones. Con el cocino, con el camino, con el converso y con el dejo volar mis humos. 

Acompaña perfectamente el ritual de mi cocinar, en este caso unas carnes a la parrilla. Lo encendí justo cuando encendí el fuego. Le mostré cómo sazonar la carne, también como hacer una salmuera para ir hidratándola durante la cocción y él, cayado, expectante, sumiso pero con ganas de atreverse. 

Su primer bocanada me habló de la tierra, de la bonita tierra que pisamos con nuestras alpargatas y muchas veces pisamos mal y me avergüenzo. Es como que me dijo: che Nico, respétame, préstame atención que así como tu alimento, también vengo de la pacha mama. 

Tenés razón hermano. Ya estoy con vos. Tiré debajo del matambre de cerdo y los chorizos unas buenas brasas de quebracho colorado, ese mismo que cortó un hachero para dejarme cocinar. Lo miré fijo a mi Quintero, me miró y entendí, vino a mis manos para ser disfrutado. 

Él mismo me dio fuego, tierra, madera y cuero, casi lo mismo que yo estaba utilizando para alimentarme. Me puse realmente serio, esto iba a ser algo maravilloso. Mi tabaco me estaba enseñando a cocinar. Y eso que llevo más de veinticinco años haciéndolo. Y como buen argentino que se las sabe todas, lo subestimé. Si total era un Quintero, apenas un criado que labra la tierra según me dijeron. No estoy de acuerdo. Hasta me convidó café mientras yo me quemaba el hígado junto a mi parrilla. 

Este Quintero es la conjunción de los maestros que labran la tierra para que crezca cualquier semilla de tabaco negro en las islas Cubanas. De los maestros que recolectan cada una de las hojas y las llevan a la casa del tabaco. De los maestros despalilladores, escogedores y torcedores que hicieron que un a Habano tan fiel me acompañara en este hermoso arte de cocinar al fuego o a las brasas. 

Prdón, me olvidé de otro amigo, pucha qué vergüenza. El vino malbec que nos acompañó en silencio. También hecho por maestros, también hecho por algún Quintero. 

Los dejo, tengo que sacar mi asado. 

¡Qué vuelen los Humos!

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